28 de febrero de 2007

Y los tuyos, ¿de qué color son?

Últimamente ando sumergida en pensamientos color zanahoria, no combinan con nada y entre ellos reconocen que no tienen el mejor sabor y aunque parezca extraño (como casi todo lo mío) disfruto estar así. Me gusta sacar a pasear esos pensamientos. Como pertenecen al reino vegetal, les gusta quedarse en los parques o en la cancha de la universidad leyendo un buen libro, tomando una café o simplemente viendo las formas de las nubes. También les gusta a veces hablar con otras personas, pero les molesta hacerlo en exceso y creo que, en parte, ese detallito de no querer hablar demasiado ha provocado en los demás cierto aire de extrañeza hacia mí.

Algunos se atreven a preguntar si pasa algo; otros simplemente murmuran entre sí que definitivamente el color zanahoria es horroroso y dejan pasar de manera peligrosamente desapercibida ese molesto tono de pensamientos, digo peligrosamente porque me pasa mucho que del tono 'zanahoria' pasan fácilmente a gamas menos alegres y todo vuelve a ser una gran porquería que sólo logra arreglarse momentáneamente con gente a quien quiero y que corresponde en alguna medida ese sentimiento.

El sábado fue un día asqueroso, en realidad fueron solo algunos minutos de la noche… una lluvia de recuerdos me atacó de manera inclemente. Como cuando ves que llueve y llueve y aunque el cielo sabe que estás ahí debajo no se apiada sino que, al contrario, decide no dejar ni un resquicio de tu cuerpo seco y envía taxis que salpican y sombrillas dañadas como viles cómplices de su desdichada misión. Entonces ves un árbol… jah! ‘Ahí escampo’ piensas de manera estúpida. Te paras bajo esas ramas que parecen abrazarte un poco para protegerte. De pronto, un rayo… claro pendeja lo olvidaste, los rayos son atraídos por los árboles. Ahora tras de empapada, quemada…. Bien, mi ‘árbol traicionero’ fue un encuentro desafortunado que me revolvió un poquito el almita y me dejó temblando también, pero me mandó a dormir temprano, pues parece que mis ojos prefieren dormir que llorar.

El domingo, día de cielo triste, las cosas estaban menos pesadas. La calma aparente reinaba y yo la siento aún. Se apoderó de mí y hasta ahora me ha mantenido tranquila y ha logrado que la cabeza no vuele más de lo que debe… lo más importante de todo es que me dejó pensamientos zanahoria en la cabeza y un leve palpitar simulando el corazón.

Suerte y goles...

Soundtrack:
'Los Restos del Naufragio' - Héroes del Silencio
'Chasing Rainbows' - No Use for a Name
'Seventeen Seconds' - The Cure

2 comentarios:

Juan Felipe Chamorro dijo...

No tengo la más mínima idea sobre el color de mis pensamientos... o bueno, sí. Sé que no son negros. Nada más

DaniloG dijo...

Tal vez la clave es esa.
No dejar volar la cabeza.